Harold Pinter
Literatura y verdad
19 de diciembre de 2005.
Discurso de Harold Pinter, Premio Nóbel de Literatura, a la Academia Sueca.
En 1958, escribí lo siguiente: 'No hay grandes diferencias entre realidad y
ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente
cierta o falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira.'
Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la
exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las
mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?
La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra
del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Claramente, es la
búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad, chocando con ella o capturando una imagen fugaz o una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuentemente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a continuación, se te escabulla entre los dedos y se
pierda.
Me han preguntado con frecuencia cómo nacen mis obras teatrales. No sé cómo explicarlo. Como tampoco puedo resumir mis obras, a menos que explique qué ocurre en ellas. Esto es lo que dicen. Esto es lo que hacen.
Casi todas las obras nacen de una frase, una palabra o una imagen. A la
palabra le sigue rápidamente una imagen. Os daré dos ejemplos de dos frases
que aparecieron en mi cabeza de la nada, seguidas por una imagen, seguidas
por mí.
Las obras son "The Homecoming" y "Old times". La primera frase de "The
homecoming" es "¿Qué has hecho con las tijeras?" La primera frase de "Old
times" es "Oscuro".
En ninguno de los casos disponía de más información.
En el primer caso alguien estaba, obviamente, buscando unas tijeras, y
preguntaba por su paradero a otro de quien sospechaba que probablemente las había robado. Pero, de alguna manera, yo sabía que a la persona interrogada
le importaban un bledo tanto las tijeras como el interrogador.
En "Oscuro", tomé la descripción del pelo de alguien, el pelo de una mujer,
y era la respuesta a una pregunta. En ambos casos me vi obligado a
continuar. Ocurrió visualmente, en una muy lenta graduación, de la sombra
hacia la luz.
Siempre comienzo una obra llamando a los personajes A, B y C.
En la obra que acabaría convirtiéndose en "The Homecoming", ví a un hombre
entrar en una habitación austera y hacerle la pregunta a un hombre más joven
sentado en un feo sofá con un periódico de carreras de caballos. De alguna
forma sospechaba que A era un padre y que B era su hijo, pero no tenía la
certeza. Esta posibilidad se confirmaría sin embargo poco después cuando B
(que más adelante se convertiría en Lenny) le dice a A (más adelante
convertido en Max), "Papá, ¿te importa si cambiamos de tema de conversación?
Te quiero preguntar algo. Lo que cenamos antes, ¿cómo se llama? ¿Cómo lo
llamas tú? ¿Por qué no te compras un perro? Eres un chef de perros. De
verdad. Crees que estás cocinando para perros." De manera que como B le
llama a A "Papá" me pareció razonable asumir que eran padre e hijo. A era
claramente el cocinero y su comida no parecía ser muy valorada. ¿Significaba
esto que no había una madre? Eso aún no lo sabía. Pero, como me dije a mí
mismo entonces, nuestros principios nunca saben de nuestros finales.
"Oscuro". Una gran ventana. Un cielo al atardecer. Un hombre, A (que se
convertiría en Deeley) y una mujer, B (que luego sería Kate) sentados con
unas bebidas. ¿Gorda o flaca?, pregunta el hombre. ¿De quién hablan? Pero
entonces veo, de pie junto a la ventana, a una mujer, C (que sería Anna),
iluminada por una luz diferente, de espaldas a ellos, con el pelo oscuro.
Es un momento extraño, el momento de crear unos personajes que hasta el
momento no han existido. Todo lo que sigue es irregular, vacilante, incluso
alucinatorio, aunque a veces puede ser una avalancha imparable. La posición
del autor es rara. De alguna manera no es bienvenido por los personajes. Los
personajes se le resisten, no es fácil convivir con ellos, son imposibles de
definir. Desde luego no puedes mandarles. Hasta un cierto punto, puedes
jugar una partida interminable con ellos al gato y al ratón, a la gallina
ciega, al escondite. Pero finalmente encuentras que tienes a personas de
carne y hueso en tus manos, personas con voluntad y con sensibilidades
propias, hechos de partes que eres incapaz de cambiar, manipular o
distorsionar.
Así que el lenguaje en el arte es una ambiciosa transacción, unas arenas
movedizas, un trampolín, un estanque helado que se puede abrir bajo tus
pies, los del autor, en cualquier momento.
Pero, como he dicho, la búsqueda de la verdad no se puede detener nunca. No
puede aplazarse, no puede retrasarse. Hay que hacerle frente, ahí mismo, en
el acto.
El teatro político presenta una variedad totalmente distinta de problemas.
Hay que evitar los sermones a toda costa. Lo esencial es la objetividad. Hay
que dejar a los personajes que respiren por su propia cuenta. El autor no ha
de confinarlos ni restringirlos para satisfacer sus propios gustos,
disposiciones o prejuicios. Ha de estar preparado para acercarse a ellos
desde una variedad de ángulos, desde un surtido amplio y desinhibido de
perspectivas que resulten. Tal vez, de vez en cuando, cogerlos por sorpresa,
pero a pesar de todo, dándoles la libertad para ir allí donde deseen. Esto
no siempre funciona. Y, por supuesto, la sátira política no se adhiere a
ninguno de estos preceptos. De hecho, hace precisamente lo contrario, que es
su auténtica función.
En mi obra ¨The Birthday Party" creo que permito el funcionamiento de un
amplio abanico de opciones en un denso bosque de posibilidades antes de
concentrarme finalmente en un acto de dominación.
"Mountain Language" no aspira a esa amplitud de funcionamiento. Es brutal,
breve y desagradable. Pero los soldados en la obra sí que se divierten con
ello. Uno a veces olvida que los torturadores se aburren fácilmente.
Necesitan reírse de vez en cuando para mantener el ánimo. Este hecho ha sido confirmado naturalmente por lo que ocurrió en Abu Ghraib en Bagdad.
"Mountain Language" sólo dura 20 minutos, pero podría continuar hora tras
hora, una y otra y otra vez, repetirse de nuevo lo mismo de forma continua,
una y otra vez, hora tras hora.
"Ashes to ashes", por otra parte, me da la impresión de que transcurre bajo
el agua. Una mujer que se ahoga, su mano que emerge sobre las olas
intentando alcanzar algo, que se hunde y desaparece, buscando a otros, pero
sin encontrar a nadie, ya sea por encima o por debajo del agua, encontrando
únicamente sombras, reflejos, flotando; la mujer es una figura perdida en un
paisaje que está siendo cubierto por las aguas, una mujer incapaz de escapar
de la catástrofe que parecía que sólo afectaba a otros.
Pero, de la misma forma que ellos murieron, ella también ha de morir.
El lenguaje político, tal como lo usan los políticos, no se adentra en
ninguno de estos territorios dado que la mayoría de los políticos, según las
evidencias a las que tenemos acceso, no están interesados en la verdad sino
en el poder y en conservar ese poder. Para conservar ese poder es necesario
mantener al pueblo en la ignorancia, que vivan sin conocer la verdad,
incluso la verdad sobre sus propias vidas. Lo que nos rodea es un enorme
entramado de mentiras, de las cuales nos alimentamos.
Como todo el mundo aquí sabe, la justificación de la invasión de Iraq era
que Sadam Husein tenía en su posesión un peligrosísimo arsenal de armas de
destrucción masiva, algunas de las cuales podían ser lanzadas en 45 minutos,
capaces de provocar una espeluznante destrucción. Nos aseguraron que eso era cierto. No era cierto. Nos contaron que Iraq mantenía una relación con Al
Quaeda y que era en parte responsable de la atrocidad que ocurrió en Nueva
York el 11 de Septiembre de 2001. Nos aseguraron que esto era cierto. No era
cierto. Nos contaron que Iraq era una amenaza para la seguridad del mundo.
Nos aseguraron que era cierto. No era cierto.
La verdad es algo completamente diferente. La verdad tiene que ver con la
forma en la que Estados Unidos entiende su papel en el mundo y cómo decide
encarnarlo.
Pero antes de volver al presente me gustaría mirar al pasado reciente, me
refiero a la política exterior de Estados Unidos desde el final de la
Segunda Guerra Mundial. Creo que es nuestra obligación someter esta época a cierta clase de escrutinio, aunque sea de una manera incompleta, que es todo lo que nos permite el tiempo que tenemos.
Todo el mundo sabe lo que ocurrió en la Unión Soviética y por toda la Europa
del Este durante el periodo de posguerra: la brutalidad sistemática, las
múltiples atrocidades, la persecución sin piedad del pensamiento
independiente. Todo ello ha sido ampliamente documentado y verificado.
Pero lo que yo pretendo mostrar es que los crímenes de los EE.UU. en la
misma época sólo han sido registrados de forma superficial, no digamos ya
documentados, o admitidos, o reconocidos siquiera cómo crímenes. Creo que
esto debe ser solucionado y que la verdad sobre este asunto tiene mucho que
ver con la situación en la que se encuentra el mundo actualmente. Aunque
limitadas, hasta cierto punto, por la existencia de la Unión Soviética, las
acciones de Estados Unidos a lo ancho y largo del mundo dejaron claro que
habían decidido que tenían carta blanca para hacer lo que quisieran.
La invasión directa de un estado soberano nunca ha sido el método favorito
de Estados Unidos. En la mayoría de los casos, han preferido lo que ellos
han descrito como "conflicto de baja intensidad". Conflicto de baja
intensidad significa que miles de personas mueren pero más lentamente que si
lanzases una bomba sobre ellos de una sola vez. Significa que infectas el
corazón del país, que estableces un tumor maligno y observas el desarrollo
de la gangrena. Cuando el pueblo ha sido sometido - o molido a palos, lo que
viene a ser lo mismo - y tus propios amigos, los militares y las grandes
corporaciones, se sientan confortablemente en el poder, tú te pones frente a
la cámara y dices que la democracia ha prevalecido. Esto fue lo normal en la
política exterior de Estados Unidos durante los años de los que estoy
hablando.
La tragedia de Nicaragua fue un ejemplo muy significativo. La escogí para
exponerla aquí como un ejemplo claro de cómo ve Estados Unidos su papel en
el mundo, tanto entonces como ahora.
Yo estuve presente en una reunión en la embajada de los EE.UU. en Londres a finales de los ochenta.
El Congreso de Estados Unidos estaba a punto de decidir si dar más dinero a
la Contra para su campaña contra el estado de Nicaragua. Yo era un miembro
de una delegación que venía a hablar en nombre de Nicaragua, pero la persona más importante en esta delegación era el Padre John Metcalf. El líder del grupo de EE.UU. era Raymond Seitz (por aquel entonces el ayudante del
embajador, más tarde él mismo sería embajador). El Padre Metcalf dijo:
"Señor, dirijo una parroquia en el norte de Nicaragua. Mis feligreses
construyeron una escuela, un centro de salud, un centro cultural. Vivíamos
en paz. Hace unos pocos meses un grupo de la Contra atacó la parroquia. Lo
destruyeron todo: la escuela, el centro de salud, el centro cultural.
Violaron a las enfermeras y las maestras, asesinaron a los médicos, de la
forma más brutal. Se comportaron como salvajes. Por favor, exija que el
gobierno de EE.UU. retire su apoyo a esta repugnante actividad terrorista."
Raymond Seitz tenía muy buena reputación como hombre racional, responsable y altamente sofisticado. Era muy respetado en los círculos diplomáticos.
Escuchó, hizo una pausa, y entonces habló con gravedad. 'Padre', dijo,
'déjame decirte algo. En la guerra, la gente inocente siempre sufre'. Hubo
un frío silencio. Le miramos. Él no parpadeó. La gente inocente, en realidad, siempre sufre.
Finalmente alguien dijo: 'Pero en este caso "las personas inocentes" fueron
las víctimas de una espantosa atrocidad subvencionada por su gobierno, una
entre muchas. Si el Congreso concede a la Contra más dinero, más atrocidades de esta clase tendrán lugar. ¿No es así? ¿No es por tanto su gobierno culpable de apoyar actos de asesinato y destrucción contra los ciudadanos de un estado soberano?"
Seitz se mantuvo imperturbable. 'No estoy de acuerdo con que los hechos tal
como han sido presentados apoyen sus afirmaciones', dijo.
Mientras abandonábamos la embajada un asistente estadounidense me dijo que había disfrutado con mis obras. No le respondí.
Debo recordarles que el entonces presidente, Reagan, hizo la siguiente
declaración: 'La Contra es el equivalente moral a nuestros Padres Fundadores'.
Estados Unidos apoyaron la brutal dictadura de Somoza en Nicaragua durante
cuarenta años. El pueblo nicaragüense, guiado por los sandinistas, derrocó
este régimen en 1979, una impresionante revolución popular.
Los sandinistas no eran perfectos. Tenían una claro componente de arrogancia
y su filosofía política contenía un cierto número de elementos
contradictorios. Pero eran inteligentes, racionales y civilizados. Se
propusieron conseguir una sociedad estable, decente y plural. La pena de
muerta fue abolida. Cientos de miles de campesinos pobres fueron librados de
una muerte segura. A unas 100.000 familias se le dieron títulos de propiedad
sobre tierras. Se construyeron dos mil escuelas. Una notable campaña
educativa redujo el analfabetismo en el país a menos de una séptima parte.
Se establecieron una educación y un servicio de salud gratuitos. La
mortalidad infantil se redujo en una tercera parte. La polio fue erradicada.
Estados Unidos denunció estos logros como una subversión marxista/leninista.
Desde el punto de vista del gobierno de Estados Unidos, se estaba
estableciendo un ejemplo peligroso. Si a Nicaragua se le permitía fijar
normas básicas de justicia social y económica, si se le permitía subir los
niveles de salud y educación y alcanzar una unidad social y un respeto
nacional propio, los países vecinos se plantearían las mismas cuestiones y
harían lo mismo. En ese momento había por supuesto una feroz resistencia al
status quo en el Salvador.
He hablado anteriormente de 'un entramado de mentiras' que nos rodea. El
presidente Reagan describía habitualmente a Nicaragua como un 'calabozo
totalitario'. Esto fue aceptado de forma general por los medios, y por
supuesto por el gobierno británico, como un comentario acertado e imparcial.
Pero la realidad es que no estaba documentada la existencia de escuadrones
de la muerte bajo el gobierno sandinista. No había constancia de torturas.
No estaba probada la existencia de una brutalidad sistemática u oficial por
parte de los militares. Ningún sacerdote fue asesinado en Nicaragua. De
hecho, había tres sacerdotes en el gobierno, dos jesuitas y un misionero
Maryknoll. Los calabozos totalitarios estaban en realidad muy cerca, en El
Salvador y en Guatemala. Estados Unidos había hecho caer en 1954 al gobierno elegido democráticamente en Guatemala y se calcula que unas 200.000 personas habían sido víctimas de las sucesivas dictaduras militares.
Seis de los más eminentes jesuitas del mundo fueron asesinados brutalmente
en la Universidad de Centro América en San Salvador en 1989 por un batallón
del regimiento Alcatl entrenado en Fort Benning, Georgia, EE.UU. Ese hombre
extremadamente valiente, el arzobisbo Romero, fue asesinado mientras se
dirigía a la gente. Se calcula que murieron 75.000 personas. ¿Por qué fueron
asesinadas? Fueron asesinadas porque creían que una vida mejor era posible y que debía conseguirse. Esta creencia los convirtió de forma inmediata en
comunistas. Murieron porque se atrevieron a cuestionar el status quo, la
interminable situación de pobreza, enfermedad, degradación y opresión que
habían recibido como herencia.
Estados Unidos finalmente hizó caer el gobierno Sandinista. Supuso varios
años y una resistencia considerable, pero una persecución económica
implacable y 30.000 muertos al final minaron la moral del pueblo
nicaragüense. Exhaustos y condenados a la pobreza una vez más. Los casinos volvieron al país, la salud y la educación gratuita se acabaron. Las grandes empresas volvieron en mayor número. La 'Democracia' había prevalecido.
Pero esta "política" no estuvo, de ninguna manera, limitada a Centroamérica.
Fue realizada a lo largo y ancho del mundo. No tenía final. Y ahora es como
si nunca hubiese pasado.
Estados Unidos apoyó y en algunos casos crearon todas las dictaduras
militares de derechas en el mundo tras el final de la Segunda Guerra
Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Haití,
Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador, y, por supuesto, Chile. El
horror que Estados Unidos infligió a Chile en 1973 no podrá ser nunca
purgado ni olvidado.
Cientos de miles de muertes tuvieron lugar en todos estos países. ¿Tuvieron
lugar? ¿Son todas esas muertes atribuibles a la política exterior
estadounidense? La respuesta es sí, tuvieron lugar y son atribuibles a la
política exterior estadounidense. Pero ustedes no lo sabrían.
Esto nunca ocurrió. Nunca ocurrió nada. Ni siquiera mientras ocurría estaba
ocurriendo. No importaba. No era de interés. Los crímenes de Estados Unidos
han sido sistemáticos, constantes, inmorales, despiadados, pero muy pocas
personas han hablado de ellos. Esto es algo que hay que reconocerle a
Estados Unidos. Ha ejercido su poder a través del mundo sin apenas dejarse
llevar por las emociones mientras pretendía ser una fuerza al servicio del
bien universal. Ha sido un brillante ejercicio de hipnosis, incluso
ingenioso, y ha tenido un gran éxito.
Os digo que Estados Unidos son sin duda el mayor espectáculo ambulante.
Pueden ser brutales, indiferentes, desdeñosos y bárbaros, pero también son
muy inteligentes. Como vendedores no tienen rival, y la mercancía que mejor
venden es el amor propio. Es un gran éxito. Escuchen a todos los presidentes
de Estados Unidos en la televisión usando las palabras, "el pueblo
americano", como en la frase, "Le digo al pueblo estadounidense que es la
hora de rezar y defender los derechos del pueblo americano y le pido al
pueblo americano que confíen en su presidente en la acción que va a tomar en
beneficio del pueblo americano".
Es una estratagema brillante. El lenguaje se usa hoy en día para mantener
controlado al pensamiento. Las palabras "el pueblo americano" producen un
cojín de tranquilidad verdaderamente sensual. No necesitas pensar.
Simplemente échate sobre el cojín. El cojín puede estar sofocando tu
inteligencia y tu capacidad crítica pero es muy cómodo. Esto no funciona,
por supuesto, para los 40 millones de personas que viven bajo la línea de
pobreza y los dos millones de hombres y mujeres prisioneras en los vastos
"gulags" de las cárceles, que se extienden a lo largo de todo Estados
Unidos.
Estados Unidos ya no se preocupa por los conflictos de baja intensidad. No
ve ningún interés en ser reticente o disimulado. Pone sus cartas sobre la
mesa sin miedo ni favor. Sencillamente le importan un bledo las Naciones
Unidas, la legalidad internacional o el desacuerdo crítico, que juzga
impotente e irrelevante. Tiene su propio perrito faldero acurrucado detrás
de ellos, la patética y supina Gran Bretaña.
¿Qué le ha pasado a nuestra sensibilidad moral? ¿Hemos tenido alguna vez
alguna? ¿Qué significan estas palabras? ¿Se refieren a un término muy
raramente utilizado estos días - conciencia? ¿Una conciencia para usar no
sólo con nuestros propios actos sino para usar también con nuestra
responsabilidad compartida en los actos de los demás? ¿Está todo muerto?
Mirad Guantánamo. Cientos de personas detenidas sin cargos a lo largo de
tres años, sin representación legal ni un juicio conveniente, técnicamente
detenidos para siempre. Esta estructura totalmente ilegal se mantiene como
un desafío de la convención de Ginebra. Esto no es sólo tolerado sino que
difícilmente planteado por lo que se llama "la comunidad internacional".
Esta atrocidad criminal está siendo cometida por un país, que se declara a
sí mismo como "el líder del mundo libre". ¿Pensamos en los habitantes de la
bahía de Guantánamo? ¿Qué es lo que dicen los medios? Lo reseñan
ocasionalmente - una pequeña mención en la pagina seis. Ellos han sido
consignados a una tierra de nadie de la que, por cierto, puede que nunca
regresen. En la actualidad muchos están en huelga de hambre, alimentados a
la fuerza, incluidos los residentes británicos. No hay sutilezas en estos
procesos de alimentación. Ni sedaciones ni anestésicos. Solo un tubo
insertado sobre tu nariz y dentro de tu garganta. Tú vomitas sangre. Esto es
tortura. ¿Qué ha dicho la secretaria británica de exteriores sobre esto?
Nada. ¿Qué ha dicho el primer ministro británico sobre esto? Nada ¿Por qué
no? Porque Estados Unidos ha dicho: criticar nuestra conducta en la bahía de
Guantánamo constituye un acto poco amistoso. O estáis con nosotros o contra
nosotros. Así que Blair se calla.
La invasión de Iraq ha sido un acto de bandidos, un evidente acto de
terrorismo de estado, demostrando un desprecio absoluto por el concepto de
leyes internacionales. La invasión fue una acción militar arbitraria basada
en una serie de mentiras sobre mentiras y burda manipulación de los medios
y, por consiguiente, del publico; un acto con la intención de consolidar el
control económico y militar de Estados Unidos sobre Oriente Próximo
camuflado - como ultimo recurso - todas las otras justificaciones han caído
por ellas mismas - como una liberación. Una formidable aseveración de la
fuerza militar responsable de la muerte y mutilación de cientos y cientos de
personas inocentes.
Hemos traído tortura, bombas de racimo, uranio empobrecido, innumerables
actos de muerte aleatoria, miseria, degradación y muerte para el pueblo
Iraquí y lo llamamos "llevar la libertad y la democracia a Oriente Próximo".
¿Cuánta gente tienes que matar antes de ser considerado un asesino de masas y un criminal de guerra? ¿Cien mil? Más que suficiente, habría pensado yo.
Por eso es justo que Bush y Blair sean procesados por el Tribunal Penal
Internacional. Pero Bush ha sido listo. No ha ratificado al Tribunal Penal
Internacional. Por eso si un soldado o político americano es arrestado Bush
ha advertido que enviaría a los marines. Pero Tony Blair ha ratificado el
Tribunal y por eso se le puede perseguir. Podemos proporcionarle al Tribunal
su dirección si está interesado. Es el número 10 de Downing Street, Londres.
La muerte en este contexto es irrelevante. Ambos, Bush y Blair colocan la
muerte bien lejos, en los números atrasados. Al menos 100.000 iraquíes
murieron por las bombas y misiles estadounidenses antes de que la
insurgencia iraquí empezase. Estas personas no existen ahora. Sus muertes no existen. Son espacios en blanco. Ni siquiera han sido registrados como
muertos. 'No hacemos recuento de cuerpos', dijo el general estadounidense
Tommy Franks.
Al inicio de la invasión se publicó en la portada de los periódicos
británicos una fotografía de Tony Blair besando la mejilla de un niño
iraquí. 'Un niño agradecido' decía el pie de foto. Unos días después
apareció una historia con una fotografía, en una página interior, de otro
niño de cuatro años sin brazos. Su familia había sido alcanzada por un
misil. Él fue el único superviviente. '¿Cuando recuperaré mis brazos?'
preguntaba. La historia desapareció. Bien, Tony Blair no lo tenía en sus
brazos, tampoco el cuerpo de ningún otro niño mutilado, ni el de ningún
cadáver ensangrentado. La sangre es sucia. Ensucia tu camisa y tu corbata
cuando te encuentras dando un discurso sincero en televisión.
Los dos mil estadounidenses muertos son una vergüenza. Son transportados a
sus tumbas en la oscuridad. Los funerales son discretos, fuera de peligro.
Los mutilados se pudren en sus camas, algunos para el resto de sus vidas.
Así los muertos y los mutilados se pudren, en diferentes tipos de tumbas.
Aquí hay un extracto del poema de Pablo Neruda: "Explico Algunas Cosas":
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
Quisiera dejar claro que citando el poema de Neruda no estoy comparando de
ninguna manera la República Española con el Iraq de Saddam Husein. Cito a
Neruda porque en ningún otro sitio de la lírica contemporánea leí una
descripción más insistente y cierta del bombardeo contra civiles.
He dicho antes que Estados Unidos está ahora siendo totalmente franco
poniendo las cartas sobre la mesa. Éste es el caso. Su política oficial es
hoy en día definida como "Dominio sobre todo el espectro". Ése no es mi
término, es el suyo. "Dominio sobre todo el espectro" quiere decir control
de la tierra, mar, aire y espacio y todos sus recursos.
Estados Unidos ahora ocupa 702 bases militares a lo largo del mundo en 132
países, con la honorable excepción de Suiza, por supuesto. No sabemos muy
bien como ha llegado a estar ahí pero de hecho está ahí.
Estados Unidos posee ocho mil cabezas nucleares activas y usables. Dos mil
están en sus disparaderos, alerta, listas para ser lanzadas 15 minutos
después de una advertencia. Está desarrollando nuevos sistemas de fuerza
nuclear, conocidos como "destructores de búnkeres". Los británicos, siempre
cooperativos, están intentando reemplazar su propio misil nuclear, Trident.
¿A quién, me pregunto, están apuntando? ¿A Osama Bin Laden? ¿A ti? ¿A mí? ¿A Joe Dokes? ¿China? ¿París? ¿Quién sabe? Lo que sí sabemos es que esta locura infantil - la posesión y uso en forma de amenazas de armas nucleares - es el corazón de la actual filosofía política de Estados Unidos. Debemos recordarnos a nosotros mismos que Estados Unidos está en un continuo entrenamiento militar y no muestra indicios de aminorar el paso.
Muchos miles, si no millones, de personas en Estados Unidos están
demostrablemente asqueados, avergonzados y enfadados por las acciones de su gobierno, pero, tal y como están las cosas, no son una fuerza política
coherente - todavía. Pero la ansiedad, la incertidumbre y el miedo que
podemos ver crecer cada día en Estados Unidos no es probable que disminuya.
Sé que el presidente Bush tiene algunos escritores de discursos muy
competentes pero quisiera prestarme voluntario yo mismo para el empleo.
Propongo el siguiente breve discurso que él podría leer en televisión a la
nación. Lo veo solemne, con el pelo cuidadosamente peinado, serio, confiado,
sincero, frecuentemente seductor, a veces empleando una sonrisa irónica,
curiosamente atractiva, un auténtico macho.
"Dios es bueno. Dios es grande. Dios es bueno. Mi dios es bueno. El Dios de
Bin Laden es malo. Él suyo es un mal Dios. El dios de Sadam también era
malo, aunque no tuviera ninguno. Él era un bárbaro. Nosotros no somos
bárbaros. Nosotros no cortamos las cabezas de la gente. Nosotros creemos en
la libertad. Dios también. Yo no soy bárbaro. Yo soy el líder
democráticamente elegido de una democracia amante de la libertad. Somos una sociedad compasiva. Electrocutamos de forma compasiva y administramos una compasiva inyección letal. Somos una gran nación. Yo no soy un dictador. Él lo es. Yo no soy un bárbaro. Él lo es. Y él. Todos ellos lo son. Yo tengo autoridad moral. ¿Ves mi puño? Esta es mi autoridad moral. Y no lo olvides"
La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad
desnuda. No tenemos que llorar por ello. El escritor hace su elección y
queda atrapado en ella. Pero es cierto que estás expuesto a todos los
vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta. No
encuentras refugio, ni protección - a menos que mientas - en cuyo caso, por
supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te
habrás vuelto un político.
Me he referido un par de veces esta tarde a la muerte. Voy a citar ahora un
poema mío llamado "Muerte".
¿Dónde se halló el cadáver?
¿Quién lo encontró?
¿Estaba muerto cuando lo encontraron?
¿Cómo lo encontraron?
¿Quién era el cadáver?
¿Quién era el padre o hija, o hermano
o tío o hermana o madre o hijo
del cadáver abandonado?
¿Estaba muerto el cuerpo cuando fue abandonado?
¿Fue abandonado?
¿Por quién fue abandonado?
¿Estaba el cuerpo desnudo o vestido para un viaje?
¿Qué le hizo declarar muerto al cadáver?
¿Fue usted quien declaró muerto al cadáver?
¿Cómo de bien conocía el cadáver?
¿Cómo sabía que estaba muerto el cadáver?
¿Lavó el cadáver?
¿Le cerró ambos ojos?
¿Enterró el cuerpo?
¿Lo dejó abandonado?
¿Le dio un beso al cadáver?
Cuando miramos un espejo pensamos que la imagen que nos ofrece es exacta.
Pero si te mueves un milímetro la imagen cambia. Ahora mismo, nosotros
estamos mirando a un círculo de reflejos sin fin. Pero a veces el escritor
tiene que destrozar el espejo - porque es en el otro lado del espejo donde
la verdad nos mira a nosotros.
Creo que, a pesar de las enormes dificultades que existen, una firme
determinación, inquebrantable, sin vuelta atrás, como ciudadanos, para
definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades es una
necesidad crucial que nos afecta a todos. Es, de hecho, una obligación.
Si una determinación como ésta no forma parte de nuestra visión política, no
tenemos esperanza de restituir lo que casi se nos ha perdido - la dignidad
como personas.
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