Mientras Tanto, 30 de enero de 2019.
La derecha política —con la aquiescencia de alguna gente que se dice de
izquierda— no cesa de presionar para que se reduzcan los impuestos que
paga la ciudadanía. En España —aunque la fiscalidad había alcanzado el
48,1% del PIB en 2012, antes de que el gobierno Rajoy la redujera— el poder
de la derecha ha dado como resultado que la presión fiscal esté unos 7 u 8
puntos por debajo de la media de la UE, que en 2015 era del 47,2% del PIB de
la Unión.
Aunque los fenómenos sociales son demasiado complejos para reducirlos a
correlaciones simples entre índices, se puede señalar —contra el argumento
de que la baja fiscalidad estimula la inversión y la creación de puestos de
trabajo— que países con elevada presión fiscal, como son los del norte de
Europa, tienen índices de paro muy inferiores a los españoles. Pero aquí me
interesa ir más al fondo de la filosofía fiscal para situar el asunto en otro nivel
más significativo.