Jesús Urra
NAFARROA-BAI: producto e impulso de una nueva época
(Hika, 155 zka. 2004ko maiatza)
NA-BAI es una realidad como la copa de un pino. Obtiene un éxito importante en apoyos electorales y representación con una diputada. Supone una inyección de moral entre la gente vasquista y la izquierda social en línea con la derrota del aznarismo. Sus resultados son espectaculares en la Montaña; muy buenos en Pamplona y en la cuenca (más del 57% del voto de NA-BAI) y un porcentaje del 20-22%; lo mismo sucede en las ciudades de la zona Media; y bajan bastante en las zonas rurales de dicha zona y en la Ribera.
Se consuma así la larga transición abierta en el conglomerado formado por la izquierda abertzale o vasquista y refleja un creciente peso de la situación post-ETA. La nueva configuración de este movimiento popular es impulsada por los partidos ya conocidos, por un grupo numeroso y cualificado de independientes; a él se suma, igualmente un bloque de opinión pública que está harta del aznarismo, que siente el maltrato del vasquismo por el poder, que se considera infra-representado en las instituciones por sus propias divisiones y que está vinculada a una tradición unitaria potente partidaria de la unidad incluso mediante artefactos bastante heterogéneos. A ello contribuye también la ausencia de un liderazgo fuerte en el seno de NA-BAI.
El ímpetu de la coalición denota una demanda social en profundidad; a cualquier partido le resultaría casi imposible romperla y lo previsible es que esta tendencia se mantenga en el futuro; es decir, que las gentes que la respaldan quieren probar esta nueva vía.
Su composición viene dada por las fuerzas citadas, por gente activa e influyente en espacios de comunicación, redes culturales, multitud de organismos sociales. Se alimenta de los núcleos tradicionales del bloque social antifranquista, de lo que se construye en la transición, de los llamados nuevos movimientos y recoge una parte de la ola anti-aznarista más reciente. Tiene por ahora un claro predominio nacionalista-vasco; y aunque personalidades independientes de corte social han estado, pero con más reservas. Se trata, en suma, de una agrupación bastante heterogénea, y conviene ahondar más en el conocimiento de estos asuntos.
En Navarra existen tres grandes bloques electorales. Dos de ellos, UPN y PSN, no padecen cambios internos. Es el tercer bloque, el vasquista, el que sufre una transformación notable con la aparición de NA-BAI. Su fuerza electoral (18,04%), institucional y social es considerable y puede ampliarse con apoyos vasquistas y de izquierdas. Además, NA-BAI es imprescindible para la alternativa de gobierno socialista en las circunstancias actuales. En realidad, PSN-NA-BAI debería constituir el eje central del cambio y deben hacerlo realidad buscando, por supuesto, el concurso de todas las fuerzas posibles para doblegar la previsible contra-reforma de UPN.
CONTINUIDAD. Desde los partidos, a la hora de darle una proyección más allá de estas elecciones, había diferentes posturas coincidiendo en la importancia de palpar la acogida que tuviera en el cuerpo electoral. La voluntad de dichos sectores sociales se ha expresado con firmeza: darle continuidad. A mi juicio, en la formación de esta opinión confluyen varias constataciones: la necesaria adecuación del nacionalismo-vasco en Navarra a la llamada vía catalana (un proyecto más integrador, basado en el concepto de ciudadanía y alejado de esencialismos etnicistas o culturales); el deseo de participar en los diversos órganos de poder con la máxima cuota posible para la transformación de la realidad; la constatación durante décadas de que la doctrina uniformizadora de signo nacional choca con la realidad navarra; y, en consecuencia, la necesidad de explorar una vía navarra e independiente de la CAV en muchos aspectos. Todo esto se detecta entre abundantes y variados sectores del vasquismo o nacionalismo. Estos elementos presionan hacia la continuidad. Por el contrario puede haber interferencias políticas que sean una rémora para esta fórmula unitaria en Navarra que no es trasladable a la CAV.
De este modo, una de las hipótesis es que la futura NA-BAI pueda consolidarse como producto e impulso de una nueva etapa. Con un fuerte sentido social (mayor o menor según la composición que logre). Con la participación mayoritaria en estos momentos- de un nacionalismo-vasco aperturista, más o menos innovador o no tan bronco como el de HB, y con la presencia importante de corrientes vasquistas que van más allá de lo que representa Batzarre y cuyo carácter fronterizo se extenderá o no en el futuro según los sectores sociales que consiga atraer. Sin ETA y en crítica frontal a ésta. Con una clara vocación institucional y seguramente sin un papel de primera fila en la articulación de movimientos sociales; creo que una parte de la izquierda de NA-BAI que considera fundamental esta faceta, deberá realizarla en otros espacios; a NA-BAI se le puede pedir que favorezca y que no entorpezca esas dinámicas.
PLANES PARA NA-BAI. Con el resultado conseguido, NA-BAI supera la primera prueba: la credibilidad. Ahora necesita definir su espacio. Y debe realizarlo en el interregno existente hasta las forales, que se ve condicionado por varios hechos: el tiempo necesario para la construcción de una fuerza nueva, la constitución de algo novedoso por su pluralidad, la propia interinidad de NA-BAI (está clara la actuación en Madrid, pero necesita definir los asideros de su actividad aquí, a tres años vista de las forales y municipales). Entra, pues, en un momento constituyente. Necesita diseñar su rumbo, una cierta identidad para la izquierda y el vasquismo, su articulación organizativa. Y lo tiene que hacer en un escenario nuevo e imprevisto. Un escenario que, visto en el plazo más corto, se ve favorecido por la caída parcial de UPN-PP. Y visto en un tiempo más prolongado, le exige adaptarse a los múltiples cambios habidos y abrir una vía navarra propia y diferente de la CAV.
A mi juicio, NA-BAI necesita impulsar con todas sus fuerzas el tiempo de reforma y de cambio que se intuye. NA-BAI forma parte de esa ola de cambio esperanzador, todavía poco clara y difusa, que representa el 14-M. Para ello, NA-BAI debe responder a las demandas más importantes de la Navarra de izquierdas y vasquista en la presente etapa. Por razones de espacio simplemente enunciaré algunos de estos.
Solemos hablar -y está presente en la agenda de la sociedad- de la necesidad de reformar el Amejoramiento o de alumbrar un nuevo Pacto para la convivencia de identidades en Navarra donde quepamos todos. Asimismo, es imprescindible abordar del modo más completo y profundo posible el problema de la paz y las tragedias que le rodean, siendo conveniente formar una especie de Comisión de la Verdad y de la Paz que cierre este capítulo desde la verdad, desde la justicia para las víctimas, desde las autocríticas, y desde la generosidad de todas las partes, no desde los revanchismos. De igual forma, es necesario atacar a fondo las principales desigualdades sociales (inmigración, vivienda, precariedad, atención a sectores necesitados de la ancianidad) o temas como las guerras, feminismo, personas discapacitadas, homosexualidad, sanidad, educación, etc.
Sería conveniente formar comisiones, encuentros de trabajo entre las gentes de NA-BAI para debatir y elaborar propuestas. Así se cumplirían varios cometidos: redactar un plan de reformas de calado, crear una cultura común de NA-BAI, aprovechar las energías de su cuerpo social. En paralelo, se debería desplegar iniciativa política en la sociedad, crear opinión pública, generar dinámicas sociales, presentar un programa a la sociedad y al resto de fuerzas navarras. Y estas tareas también deberían contribuir a la construcción de una fuerza con actitudes y valores renovados: respeto mutuo entre las diversas identidades, una articulación interna abierta a las dos identidades que sirva de modelo integrador a la sociedad, una relación fluida e interactiva entre la acción institucional y la acción social, un nuevo tipo de disidencia en torno a la desobediencia civil, una nueva actitud de colaboración con otras fuerzas progresistas del resto de Euskadi, de Navarra y del Estado español.
NA-BAI debe afrontar su articulación organizativa. Tiene que comenzar y poner unas bases mínimas en diversas áreas: económicas, infraestructura, una sede, un organismo básico provisional para coordinar y dirigir, un órgano más amplio. Y tiene que iniciar la discusión sobre su estructura de base. Todo esto no reviste mayores problemas.
NA-BAI tendrá que funcionar con criterios pragmáticos, buscando acuerdos amplios siempre que sea posible, preservando su independencia en general, partiendo de unos acuerdos comunes que dejen al mismo tiempo independencia a sus componentes para expresar sus opiniones y diferencias. Sin embargo, es prematuro prefigurar esquemas organizativos acabados ante realidades todavía poco maduras. Y más bien habrá que ir adecuando el desarrollo organizativo a su realidad social. Por ejemplo, es imprescindible avanzar en la articulación de partidos e independientes, pero queda sobre la mesa qué modelo organizativo escoge NA-BAI: algo básicamente fundamentado en los partidos, un sistema asambleario o un modelo mixto.
En perspectiva, debería estar abierta a la integración de HB e IU; lógicamente en el caso de HB, una vez que se supere el contencioso de ETA. Con PSN, en otro plano diferente, le aguarda una alianza de largo recorrido para impulsar un cambio de envergadura para Navarra.
Creo que el nacimiento de NA-BAI, con toda la modestia del mundo, debe significar un movimiento de regeneración en la propia izquierda vasquista y abertzale que deje huella en la sociedad. Por ejemplo, visto desde Batzarre nos parece fundamental dotarla de una orientación de izquierdas en lo real y en lo simbólico. Apostamos de forma expresa por dinámicas no frentistas, fronterizas, pro-vasquistas: desde el punto de vista de los valores, tan legítima es la opción pro-vasquista como la pro-navarrista; lo fundamental es que respondan a actitudes y valores plenamente democráticos e igualitarios; ahora bien, el carácter más o menos abierto de NA-BAI dependerá de la amplitud de sus apoyos en la izquierda navarra. Deseamos transmitir una imagen multicolor y atender todas las causas populares sin primacías dogmáticas. Estamos por desarrollar un espíritu renovador en lo nacional y en la izquierda, por impulsar ideas e iniciativas de rebeldía pro-desobediencia civil e insumisión en determinadas situaciones. Por ensanchar la democracia o por experimentar formas alternativas en la practica de las libertades. El pro-vasquismo de NA-BAI le hará mantener unas relaciones muy estrechas y privilegiadas con organizaciones afines de la CAV; pero ha de hacerlo sin poner en cuestión su vía propia e independiente, su vía navarra.
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