Jesús Urra

¿Está maduro el cambio?
(Hika 190zka. 2007ko uztaila)
(www.batzarre.org)


            En estos días merece la pena hacer un esfuerzo especial por ir más allá de la propaganda o de la táctica partidista y cortoplacista, y por aferrarse a una perspectiva más valiosa: por ejemplo, y en mi caso, lograr un buen entendimiento entre las diferentes izquierdas navarras al margen de su sentimiento identitario. Un entendimiento sobre bases firmes, no cualquier acuerdo del que nos cueste levantarnos otra legión de años. Por eso, al escribir estas líneas desconociendo por completo el desenlace final del próximo gobierno foral y siendo consciente de su indiscutible trascendencia, me parece necesario reflexionar bajo esta mirada más allá de lo inmediato. Como es lo que mejor conozco, me detengo en lo que es políticamente correcto en la izquierda auto-considerada a la izquierda del PSN.

El error socialista

            Si miramos con ojos críticos el deambular del PSN en la campaña electoral y en el período postelectoral, cabe destacar un error fundamental: la confusión que transmite su proceder. Nadie sabe con certeza qué quiere ni hacia dónde va ni cuáles son sus prioridades… lo cual genera desconcierto y desconfianza, da pábulo a elucubraciones...
            Continúa sin decantarse claramente a favor del entendimiento entre las distintas izquierdas identitarias, pese a que ésta es la vía lógica para su carácter de izquierdas, y el mejor y único camino en la actualidad para lograr una buena convivencia de identidades en Navarra. Sorprende que no haya despejado esta incertidumbre, ya que subsanaría la principal carencia de nuestro actual autogobierno y, por esa razón, es una perspectiva sólida que cuenta con apoyos sociales -creo- muy amplios entre la ciudadanía.
            Continúa sin propiciar un giro hacia la izquierda y hacia el progresismo. Este giro es coherente con las posiciones naturales del PSN y, previsiblemente, será la orientación más conveniente de futuro, tras el fin definitivo de ETA. A ello se suma que en estos momentos sería la mejor dirección a tomar frente a ETA, pues facilitaría su aislamiento de los antiguos apoyos indirectos que ETA ha recibido en Navarra; y este hecho, sin duda, tendría repercusiones positivas también en la Comunidad Autónoma Vasca. Entre otras cosas, creo que ello mejoraría el tratamiento de la pluralidad nacional existente en la Comunidad Autónoma Vasca.
            Es cierto que el golpe de timón entraña riesgos para el PSN. Pero al final, le guste o no, el PSN tendrá que optar hacia uno de los lados. Y a tenor de una encuesta aparecida en prensa, un 52% de su electorado le indicaba su preferencia por la alianza PSN-Na-Bai-IU, frente a un 29% con UPN-CDN y a un 19% n/s-n/c. Por otra parte, el realismo le invita a levantar acta del cambio que supone la irrupción de Na-Bai. ¿Qué otra cosa significa el surgimiento de Na-Bai sino la ruptura social con décadas de hegemonía por parte de Batasuna y de ETA en el vasquismo navarro? Este cambio es, a mi juicio, insuficiente en no pocas cuestiones. Mas la cuestión central reside en que esa parte de la sociedad navarra ha roto con esa pesadilla y apuesta por el cambio de izquierdas desde las instituciones. Este es el elemento central, que a mi juicio, debería retener el PSN.
            Las décadas anteriores han estado marcadas por hechos que han ejercido una influencia negativa sobre el PSN, sobre todo la acción de ETA y, en otro plano, la errónea condescendencia hacia ETA de izquierdas como Batzarre o del nacionalismo-vasco o de influyentes sectores de la izquierda cristiana vasca... Lo cual ha favorecido la comisión de errores socialistas injustificables. Ahora es necesario superar esa etapa. Es necesario que cambiemos todos. Es necesario fortalecer el tejido social bajo criterios integradores, democráticos, participativos… como corresponde a una sociedad dinámica y madura democráticamente. En lo que atañe al PSN, su cambio consiste en que no prosiga su alianza explícita o implícita con la derecha (que patrimonializa y usa el navarrismo en provecho propio) en detrimento de la convivencia de identidades y de políticas sociales, progresistas y de izquierdas; en que modifique su actitud hacia el vasquismo y sus reivindicaciones razonables como la del euskara; en que se preste a superar y corregir lo peor del Amejoramiento: la exclusión de facto del abertzalismo y vasquismo navarros; en que afronte el reconocimiento de sus errores gravísimos en la lucha contra ETA: la formación del GAL, la actitud permisiva para con la vulneración de los derechos humanos...

El error anti-socialista

            Me sorprende no el desacuerdo legítimo con algunas actuaciones socialistas que aflora estos días entre gentes de izquierdas o nacionalistas-vascos -desacuerdo que comparto en buena medida- sino la mirada sesgada, simplista y reduccionista que subyace en muchas críticas al PSN-PSOE.
            Es sesgado, simplista y reduccionista no querer ver la diferente situación en que se encuentran PSN y Na-Bai ante sus respectivos electorados y los problemas diferentes que les acarrea su alianza para sostener una alternativa de gobierno. Na-Bai se juega poco en las próximas elecciones generales, y esa alianza lejos de perjudicarle le beneficia. Por el contrario, el PSOE se juega el timón gubernamental frente al PP y en el mejor de los casos cabe pensar que no perdería muchos votos fuera de Navarra por el citado pacto. Otro tanto acontece con la voluntad de sus electorados respectivos: la alianza del PSN y Na-Bai (una alianza con el nacionalismo-vasco, no nos engañemos) le crea problemas como también se los crearía, mayores aún, un pacto con UPN. Por ello, como mínimo habrá que constatar estas diferentes realidades y a ser posible tenerlas en cuenta. Para mí, en esta ocasión, Navarra no es cuestión de Estado, sino que los principales obstáculos se concentran en las contradicciones existentes en el electorado socialista. Lo cual no quita para que los poderes fácticos-militares deseen una alianza UPN-PSN.
            También es sesgado, simplista y reduccionista no querer ver la situación diferente y los diferentes problemas con que se encuentran hasta ahora PSN y Na-Bai ante el problema de ETA. El PSN se halla en primera línea de las amenazas, de la persecución, con muertos en el pasado (¡ojalá no se produzcan en el futuro!), cosa que ha compartido y comparte con UPN. Son evidentes, asimismo, las diferencias entre PSN y Na-Bai sobre la línea seguida hasta ahora en esta materia, sobre la relación que unos y otros mantienen hasta ahora con el mundo de ANV. Por ejemplo, a nadie se le pasa por la cabeza que el PSN hubiera podido actuar como lo ha hecho Na-Bai en Sakana con la renuncia a determinados concejales. Es evidente que la ruptura de la tregua por parte de ETA y las posibles repercusiones de la misma se viven de modo diferente en una y en otra fuerza.
            Creo que tras esa mirada sesgada, simplista y reduccionista subyace un tic ético y estético anti-PSOE profusamente abonado en el pasado. Que bebe de las fuentes del radicalismo muy presente en nuestras izquierdas, un radicalismo que tuvo aspectos muy positivos en campos como el movimiento sindical, el antimilitarismo o el feminismo... pero que hoy básicamente se apoya en la futilidad retórica y en su inadecuación a los cambios habidos en la sociedad. Y que se nutre, asimismo, del etnicismo anti-español proveniente, con diferente intensidad, de todas las corrientes el nacionalismo-vasco pero sobre todo de la izquierda abertzale, cuyo buque insignia lo constituye la intimidación o incluso la muerte de los representantes democráticos de dicha identidad.
            Creo que esa mirada sesgada, simplista y reduccionista tiene mucho que ver con dos errores frecuentes en quienes sostienen esta fijación anti-socialista. Uno, la errónea consideración de ETA tras la consolidación de la democracia que hemos tenido muchos. Un error que ha dejado huella, a mi parecer, en la conciencia del electorado socialista y por ende en las dudas del PSOE. En este error incluyo la contribución directa o indirecta a la legitimación de la violencia política de ETA, la condescendencia e inconsciencia sobre las consecuencias producidas por la acción de ETA en los fundamentos morales de la sociedad, la falta de solidaridad con las víctimas... El segundo es el erróneo tratamiento de la cuestión navarra, de la pluralidad de identidades nacionales, de la concepción de Euskal Herria como un hecho político al margen de la voluntad de sus habitantes, del fomento de la confrontación identitaria en lugar del respeto mutuo.
            No pretendo transmitir la sensación de que la otra parte no ha cometido errores ni restar un ápice a los maquiavelismos del PSN. Sin embargo, todo lo acontecido desde la consolidación de la democracia con ambas cosas -especialmente con ETA- ha dejado una huella profunda tanto en la izquierda social española como entre las gentes navarristas. Tenemos que preguntarnos por qué Euskadi ha pasado de ser símbolo de libertad a todo lo contrario; por qué al PP le basta con agitar este fantasma para crear disturbios automáticamente en el centro-izquierda español y en el PSN. De aquí no deduzco que sea admisible cualquier actuación del PSN-PSOE. Sólo pretendo que se tenga en cuenta esta parte de la realidad y que no se ignore.

¿Está maduro el cambio?

            De una parte, nos encontramos con la cara negativa de una realidad marcada por estos dos errores: el error socialista y el error anti-socialista, a la que contribuyen cuanto pueden, reforzando sus aspectos más negativos, Batasuna-ANV y ETA de un lado y el PP y UPN de otro. De otra parte, nos encontramos con lo más positivo de la actual encrucijada navarra: la esperanza que despierta el cambio de rumbo.
            Está claro que al vasquismo navarro no le queda otra salida que esta alianza: no en vano su razón de ser descansa en el cambio desde las instituciones. Y lo mismo le acontece al PSN si quiere hacer gala de una política de izquierdas e integradora de la pluralidad de Navarra. Pero también es evidente que el PSN está en un lío: no ha salido suficientemente reforzado de las elecciones forales, sometido a presiones electorales contrapuestas, entre dos poderosas corrientes de opinión enfrentadas que se reflejan muy bien en los principales medios de comunicación de nuestra comunidad…
            Lo más importante, empero, es que el cambio requiere un nuevo horizonte, un programa de reformas, una transformación de sus principales impulsores (PSN y Na-Bai) en sus actitudes, confianza mutua, empatía, complicidad, reconocer los respectivos errores del pasado, ensamblar estilos y equipos humanos de carne y hueso... esto es, en derrumbar los muros que nos han separado durante décadas y en crear una cultura nueva de entendimiento. El primer requisito debe ser el cambio de rumbo del PSN; o en su defecto una explicación clara y sincera de los obstáculos con que se encuentra en las actuales circunstancias para realizarlo.
            Por eso, la pregunta central es si las condiciones están maduras para este pacto. No lo sé. Y si la respuesta -por la presión de la calle o por los motivos que sean- es afirmativa, que se tome conciencia de que la tarea que se abre es inmensa; y que, además, ha de realizarse en un tiempo record y en medio de dificultades muy serias. Si es así, tiene a favor el hecho de que una parte de la sociedad ya está movilizada por el cambio, lo cual es un activo si no impera el revanchismo.
            Pero en cualquiera de los casos -salga lo que salga- seamos conscientes de las dificultades reales y no imputemos a la otra parte un simple problema de voluntad y de maquiavelismo. Hay y habrá problemas muy serios en el futuro.

Epílogo (posible)

            A día de hoy, 1 de julio, con las debidas reservas, todo parece indicar que habrá un gobierno de cambio en Navarra pactado por PSN, Na-Bai e IU. Si se confirmara esta hipótesis, todavía sería pronto para reconstruir el cuadro de lo acontecido: ¿cuánto ha habido de artificiosidad teatral por parte del PSN para lograr el máximo de cargos, el doblete que dicen algunos refiriéndose a las presidencias del gobierno y del parlamento? O ¿cuánto han pesado las presiones, los intereses cruzados, las voluntades contrapuestas del electorado socialista tanto en España como en Navarra? Esta última es mi interpretación principal frente a quienes explican las vacilaciones del PSN a causa de sus maquiavélicos planes o para evitar la ruptura del partido y, en consecuencia, para defender mejor sus intereses de casta política.
            Es pronto para saber cuánto han pesado en las vicisitudes de esta especie de culebrón la precipitación, la inmediatez, la falta de trabajo previo y concienzudo entre sus principales socios; condición, que parece elemental se requiere para un proceso como este.
            En el supuesto de que salga adelante ¿será fruto del convencimiento en construir una nueva cultura de entendimiento tanto entre los socios del pacto como en la sociedad de izquierdas o será fruto del azar, de la improvisación, de la inmediatez del compromiso coyuntural?
            ¿Hay conciencia en las dos partes a cerca la existencia de estos problemas y, por consiguiente, voluntad de anticiparse a la nueva -e inédita- situación que se abre preparando los cambios en la sociedad y también los cambios correspondientes que cada parte debe emprender? Tengo el convencimiento de que el futuro a medio plazo va a discurrir en esta dirección -en pro del entendimiento de las diferentes izquierdas navarras-, al margen de las formas y de los ritmos que adopte. Y ello abrirá, sin duda, una nueva etapa para la vida política de Navarra.
            Una nueva etapa que va a influir en las perspectivas de los electorados, de las fuerzas políticas, sociales, sindicales, culturales... Seguramente influirá menos en las acomodaticias fuerzas económicas. Lo cual va a requerir la adaptación de todo el mundo. Ahora bien, lo nuevo puede emerger en buenas condiciones y generar un horizonte positivo o puede fracasar, quemar una buena perspectiva y generar frustraciones.