Círculo Escéptico, Junio de 2019.
Gracias a la ciencia, o si se prefiere, a la ciencia y a la tecnología ha conseguido el ser
humano sus niveles actuales de calidad de vida. El efecto que la ciencia y la tecnología
han tenido y tienen en la mejora de nuestras condiciones de vida es evidente en todo
tipo de ámbitos. Como consecuencia de ello, hoy vivimos mucho mejor que hace cien
años. Tenemos mejores viviendas, con un ambiente mucho más saludable y con
electrodomésticos que nos hacen la vida más fácil. Tenemos mejores ropas, y gracias a
ello no pasamos tanto frío en invierno. Comemos mejor, de tal forma que de existir
riesgo de morir por motivos relacionados con la alimentación, es más fácil morir por
comer demasiado que por todo lo contrario. Los medios de transporte han mejorado
enormemente en los últimos cien años, hasta el punto que podemos llegar a casi
cualquier lugar del mundo en unas pocas horas. Tenemos a nuestro alcance más bienes
culturales que nunca. Y, como consecuencia de todo ello, nuestra esperanza de vida es
ahora más larga, y además de vivir más tiempo también vivimos mejor. No creo que
nadie ponga esto en duda. Algo diferente es cuál es el precio, si es que existe ese precio,
que tenemos que pagar para que esto sea así. Pero incluso existiendo tal precio, todas
esas mejoras han venido de la mano de la ciencia y de la tecnología. Por todo lo
anterior, es difícil entender de dónde vienen la desconfianza, el escepticismo y la
incredulidad que tanto nuestra sociedad como otras sociedades vecinas muestran tanto
ante la ciencia como ante los productos de la ciencia y de la tecnología.