Gara, 5 de agosto de 2018
La caída del socialismo real y del muro de Berlín tuvo efectos relativamente
importantes en América Latina, pero se circunscribieron a los partidos comunistas y a
su área de influencia. Pese a ello, no consiguieron frenar el ascenso del progresismo
que en esos años venía conquistando los gobiernos municipales de grandes ciudades
como Sao Paulo (1989), Porto Alegre (1991), Montevideo (1990) y Caracas (1993),
entre las más destacados.
El acceso a los gobiernos municipales fue la primera fase de un crecimiento
imparable de los progresismos y las izquierdas, que los usaron como plataformas
políticas para experimentar nuevas formas de gobierno, entre las que destacan los
presupuestos participativos que tuvieron fuerte repercusión a raíz de la gestión del PT
en Porto Alegre. Apenas una década después de la caída del socialismo real (1989-
1991), los progresismos comenzaron a ganar elecciones nacionales hasta convertirse a
mediados de la década de 2000 en las fuerzas hegemónicas de la región sudamericana.