María Gascón
El II Foro Social Mundial de las Migraciones.
Debates y experiencias del movimiento migratorio
15 de julio de 2006
(Página Abierta, 173, septiembre de 2006)

            El II Foro Social Mundial de las Migraciones tuvo lugar entre el 22 y 24 de junio pasado en el municipio madrileño de Rivas Vaciamadrid (1). El hecho de que se celebrara en España (2), así como la nutrida asistencia que convocó, más de 2.000 participantes (3), es un reconocimiento y una muestra de la importancia que ha adquirido el fenómeno migratorio en nuestro país no sólo desde el punto de vista cuantitativo, sino desde el punto de vista de su representación y expresión organizada. En la asamblea de delegados que cerró las sesiones se congregaron 1.800 representantes de organizaciones sociales procedentes de 86 países, que participaron en un total de 72 seminarios y talleres y 9 plenarios relacionados con los nueve ejes temáticos (4) sobre los que se estructuró el foro.
            Exposiciones, documentales y numerosos actos libres, tanto de debate como de encuentro, de afinidad o de expresión lúdica, hicieron de esos tres días una permanente manifestación de diversidad e intercambio, y una experiencia sumamente interesante para quienes realizan un trabajo social y solidario en el ámbito de la inmigración.
Coordinar tantas actividades, acoger a tantas personas, mantener las previsiones programáticas y encontrar siempre una “camiseta anaranjada” (5) dispuesta a informar eficaz y amablemente de cualquier contingencia, merece una efusiva felicitación a los principales organizadores materiales del evento, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), por su capacidad de organización, y a los 350 voluntarios –muchos de ellos vecinos de  Rivas Vaciamadrid– por su eficacia y su espíritu solidario (6).
            En el transcurso del foro hubo ocasión de escuchar a personalidades de la talla de Sami Naïr, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de París VIII; Jean Ziegler, relator de la ONU para el derecho a la Alimentación; Karen Musalo, abogada estadounidense experta en derecho de asilo; Aminata Traoré, ex ministra de Cultura de Malí; Somalí Mam, premio Príncipe de Asturias; o Saskia Sassen, profesora de Sociología de la Universidad de Chicago y especialista en estrategias urbanas. Pero supuso una decepción la ausencia de otras, anunciadas en el panel, como José Bové, Tarik Ramadán, Marian Rawí, Javier de Lucas, Catherine Withol de Wenden o Susan George.
            La conferencia inaugural estuvo a cargo de Gabriela Rodríguez Pizarro, ex relatora especial sobre derechos humanos de los migrantes de la ONU, quien empezó su intervención recordando a las organizaciones sociales su responsabilidad compartida con los Gobiernos y las instituciones para buscar soluciones en el camino de un desarrollo humano integral y sostenible. Pizarro hizo un recorrido por los principales problemas asociados a las migraciones –que son parte de la dinámica actual de la globalización, afirmó– en relación con vulneraciones graves de los derechos humanos, comenzando por el derecho a no migrar, pasando por el tráfico ilícito de personas, los centros de internamiento, los derechos de los menores no acompañados, de los indocumentados, la ausencia de homologación de las normas nacionales a los convenios internacionales... y finalizó señalando algunos de los principales desafíos que las organizaciones sociales en los países de acogida deben acometer, como contribuir a la capacitación de los inmigrantes, fomentar su organización laboral y hacer propuestas concretas de integración, entre otros.

Los debates más destacados


            La gran cantidad de mesas y talleres simultáneos que se desarrollaron hace imposible tener una valoración de todos ellos. Sin embargo, sí se pueden destacar algunos de los temas que más atención concitaron, así como los enfoques ideológicos que predominaron en su exposición, a pesar de ser cuestiones de gran complejidad, susceptibles de ser miradas desde distintos puntos de vista y, por lo tanto, difíciles de ser traducidas en simples consignas.
            Una de ellas, recogida en el propio título del foro, fue la reivindicación de la ciudadanía universal, de difícil concreción, y allí vinculada al derecho de participación política (el derecho al voto de los inmigrantes residentes fue unánimemente exigido) y a la libre circulación de las personas como una consecuencia natural de la anterior. Con frecuencia, los planos moral, político e ideológico se confundían, haciendo difícil la lógica de algunos debates y la posibilidad de entendimiento entre posturas distintas. Tal fue el caso de una de las intervenciones de Sami Naïr, quien, en su explicación de la necesidad de gestionar los flujos migratorios con un planteamiento diferente al que los Gobiernos europeos están imponiendo, fue abroncado desde las filas de quienes defienden la libertad de circulación sin condiciones y sin restricciones, postura que a lo largo del foro se fue dando por sentada sin más discusión.
            La otra parte del lema del foro, “Por los derechos humanos”, también merece un comentario, por la firmeza de su defensa, pero asimismo por la unilateralidad con la que se expresó en algunos de sus aspectos. Europa fue el blanco de las críticas por el retroceso que los derechos humanos están sufriendo en relación con el tratamiento que los Gobiernos dan a la inmigración (legislaciones restrictivas, centros de internamiento, políticas de fronteras represivas, etc.); pero menos perceptible fue la crítica a las élites gobernantes de otros continentes, que aparecían diluidas en el conjunto de las víctimas del Sur, junto con la exclusiva responsabilidad del “Norte” en la situación de esos pueblos. Esta uniformidad fue sólo rota por una voz procedente de Costa de Marfil, que en la asamblea final denunció la cuota de responsabilidad de los Gobiernos corruptos del Sur en esa situación.
            Una denuncia amplia y rotundamente expresada en diferentes intervenciones en relación con la conculcación de los derechos humanos fue la del tráfico de personas. Por un lado, chocaba con la tendencia manifestada hasta hace poco por un sector del movimiento de solidaridad con la inmigración, consistente en negar el tráfico de personas y atribuir su denominación (así como la de mafias) a una manipulación de los Gobiernos de lo que en realidad serían redes de apoyo de los inmigrantes, con el fin de justificar la lucha contra la inmigración “ilegal”. Por otro lado, la condena del tráfico de seres humanos como algo execrable vendría a legitimar la demanda de libre circulación para evitar que se produzca.
            Pero el aspecto más llamativo asociado al tráfico de seres humanos fue la utilización que se hizo de su condena para sustentar una posición ideológica concreta, la de la abolición de la prostitución, como si de un principio universal se tratara. Una posición que tuvo un soporte propagandístico inusual en otros temas, mediante la exhibición de grandes carteles que clamaban contra la regulación de dicha actividad. La confusión –en algunos casos deliberada– entre una actividad real y execrable, que es el tráfico de mujeres para su explotación laboral o sexual (así como el de hombres y niños), y la prostitución como opción a la que miles de mujeres del Sur se acogen cuando emigran al no tener mejores opciones laborales, y que realizan sin derechos de ningún tipo, fue posible al no darse un ambiente de libertad que propiciase un debate entre las diferentes posturas existentes, y el discernimiento entre la legitimidad de cualquiera de ellas para ser sostenida, y la necesidad de analizar sin prejuicios la compleja y variada realidad de las mujeres a las que se pretende defender.

La preocupación por África y América Latina

            La preocupación por África y por las vías de desarrollo de los países pobres fueron otros de los temas que destacaron. La presencia e intervenciones de Aminata Traoré, de Mbuyi Kabunda, director del Centro de Estudios Africanos de Basilea, que subrayó la sangría que supone para África la fuga de cerebros, y de no pocos asistentes de origen africano puso voz propia a la denuncia de los graves problemas que sufre ese continente, aunque no siempre se tradujeron en propuestas esperanzadoras. La opinión general negaba la eficacia de cualquier vía para un desarrollo real que no supusiera un cambio del modelo neoliberal vigente
            En lo que concierne a América Latina, la temática fue mucho más diversa, destacando, por su interés y su gran actualidad, el controvertido papel de las remesas. De un lado, defendiéndolas como factor de desarrollo al contribuir a paliar la pobreza de las familias de los inmigrantes, y de otro, denunciando como falacia esa misma idea, y como un insulto el pensar que los inmigrantes tengan que cargar con la responsabilidad de desarrollar sus países. Los distintos ejemplos sobre los efectos tanto beneficiosos como perversos en las diferentes poblaciones que las reciben, en cantidades muy importantes, no dejaban dudas sobre la complejidad de un hecho que hoy mueve en el mundo miles de millones de dólares.
Finalmente, y aunque los temas de mayor interés no se agotaron en ellos, fueron especialmente sobrecogedores los relatos y denuncias de las persecuciones y muertes por razón de género y orientación sexual, y tantas otras situaciones inimaginables desde este lado del mundo, que convierten en inexplicables e inaceptables las actuales y restrictivas leyes de asilo.
            Quedaría muy incompleta una visión de cómo se desarrolló el II Foro Social de las Migraciones si no se mencionaran las numerosas y variadas experiencias de trabajo que se expusieron a través de los talleres: cooperativismo, codesarrollo, vivienda y sin techo, alternativas para las personas indocumentadas e inexpulsables, la problemática de las segundas generaciones, acompañamiento de profesores a alumnos hijos de “sin papeles” para evitar su expulsión, modelos de convivencia, diálogo de identidades, experiencias municipales de integración y participación, el trabajo de los jóvenes en los barrios...  que demostraron la cantidad de iniciativas que se están poniendo en pie en muchos países y que tan importante es conocer.
            Las sesiones de trabajo del foro se cerraron con una asamblea de delegados –finalmente abierta a todo el mundo– en la que se trató de aprobar la Declaración unitaria. Los esfuerzos de los organizadores por respetar escrupulosamente las reglas democráticas de participación, y a la vez ser flexibles en los aspectos secundarios, no impidieron la proliferación de actitudes de falta de respeto a la mesa y a la asamblea que no fueron el mejor broche para la clausura del II Foro Social Mundial de las Migraciones.

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(1) El primer Foro Social Mundial de las Migraciones tuvo lugar en Porto Alegre hace dos años. El tercero se celebrará en 2008.
(2) El municipio de Rivas Vaciamadrid acogió el evento gracias al compromiso de su Ayuntamiento, que cedió el Recinto Multifuncional donde se celebraron las conferencias y actividades del Foro.
(3) Algunas fuentes citan 3.000.
(4) Estos ejes fueron el impacto de la globalización, derechos, movimientos migratorios y regulación de flujos, asilo y refugio, modelos de convivencia, exclusión social, codesarrollo, comunicación y políticas públicas.
(5) Los 300 voluntarios vestían unas muy visibles camisetas anaranjadas que facilitaban su identificación.
(6) Las organizaciones que figuraban como organizadoras de este encuentro eran, además de CEAR, el Grito dos Excluidos (Brasil), organizadora del primer Foro Social de las Migraciones,  y FERINE (Federación de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en el Estado español).