Pedro Elías Igartua
Músicas de otros mundos
Fermín Muguruza en Jamaica
(Hika, 177zka. 2006eko maiatza)
No es ningún secreto ni novedad la querencia de Fermín Muguruza por la música jamaicana. El propio músico lo ha confesado en muchas ocasiones: “Está claro que la base del reggae va a seguir manteniéndose firme, porque es una constante desde el primer disco de Kortatu. El reggae está ahí en cualquiera de las expresiones o derivaciones que son muchas ya”. La misma canción por la que Kortatu han pasado al cancionero popular de Euskal herria, Sarri, sarri, que celebra la ingeniosa fuga de la prisión de Martutene, no deja de ser una versión de Chatty, chatty una canción de Toots Hibbert, el cantante de los Maytals, una banda pionera (y aún en activo) responsable del mismo término reggae.
A principios de este año Fermín Muguruza, acompañado desde Euskal Herria por sólo tres músicos: Xabi Pery (guitarra), Jon Elizalde (trombón) y Xabi Solano (trikitixa), se dirigió a Jamaica con su productor y amigo Pierre Paparemborde para registrar en los estudios Tuff Gong de Kingston una colección de canciones nuevas con el apoyo de algunos de los mejores músicos y cantantes de la escena sincopada de Jamaica.
Cuanto más te guste la música jamaicana más te gustará el nuevo disco de Fermín, más que teñido firmemente anclado en reggae del mejor. Para atar cabos, el propio Toots Hibberts pone voces en la apertura que se llama Azoka eguna, una gozosa visión del mercadillo semanal de Irun, reggae clásico con un toasting soulero. Una de las grandes piezas del disco. U-Roy, otro cantante clásico de la isla, saluda este choque cultural entre Euskal Herria y Jamaica que da título al disco: Euskal Herria Jamaika Clash. La triki, el viento el ritmo de los músicos jamaicanos se funden en esta fiesta de hermandad. Baxua eta Lurra es una gran canción de amor con la ayuda de la I-Threes, algo más que el antiguo trío de cantantes de Bob Marley. Rita Marley (su viuda), Judy Mowatt y en especial Marcia Griffiths son tres voces maestras. Emociona escucharles después de haber disfrutado de sus canciones tantas décadas sensualizar ese “maite zaitut, yeah!”. Plastic Turkey (Pavo de plástico) no se anda con bromas: “Un bazar del horror / llega la ayuda humanitaria por una felación / Consigues un litro de leche / Orgasmo perfecto / Es el nombre de la operación / Uranio empobrecido / Agua envenenada”; y Askatasun Parabolikoa, con la ayuda de Luciano, otro maestro jamaicano, nos muestra la cara actual de la alineación. Hay siete canciones más, y cantantes como Sorkun, Masta Blasta y Yacine, y entre ellas una versión de un viejo tema de Kortatu, el único en castellano, La línea del frente que nos lleva atrás veinte años de reivindicaciones, errores y esperanza.
Los Lobos de Los Ángeles
Los Lobos son una de las instituciones más estables del rock angelino. El barrio Este de Los Angeles fue el hogar de estos chicanos que se juntaron en los setenta para interpretar versiones de los éxitos del momento. En el 82 iniciaron su propia carrera buscando sus raíces en la música popular mexicana, pero simultaneándola con su propio repertorio que incluía baladas, rock garagero, sicodelia y punk. No podemos olvidar que surgieron en una escena donde sus colegas eran bandas que iban desde The Blasters a los incendiarios X o The Gun Club. Los Lobos estuvieron de actualidad hace un año por una cuidada nueva grabación, The Ride, que nos recordaba que ellos aún son los mismos después de tres décadas: Louis Pérez, Cesar Rosas, Conrad Loranzo, David Hidalgo y Steve Berlin. Poco después editaron un implacable CD en directo, el primero de su carrera, registrado en el Fillmore de San Francisco. Ahora acaban de publicar Wolf Tracks una recopilación de 19 piezas notables de su carrera y una canción inédita, Border Town Girl, un rocabilly con alma de tex-mex.
Esta recopilación de Los Lobos es una impecable colección de éxitos y estilos que puestos juntos conforman un CD imprescindible. La fiesta comienzo con Let’s say tonight una pieza norteña con viento de rhythm and blues y va seguida de otra canción del 83, Anselma, un corrido de amor autoritario que les dio un premio Grammy y que tuvo su propia versión en euskara, y que los grupos de verbenas del país han llevado a todos los rincones.
Las cinco piezas siguientes pertenecen a How will the wolf survive, van desde una polka fronteriza a “Evangeline”, la historia de una adolescente que huye de casa. Don’t worry baby les lleva a emular a John Lee Hooker mientras que A matter of time es una pieza propia con aires a Van Morrison en su faceta más country. Will the wolf survive? es un rock californiano que escribieron al leer en National Geographic el dudoso futuro del lobo americano.
El Lp ya citado y el siguiente, By the light of the moon (A la luz de la luna), les convirtió en una banda de culto en toda sudoeste de Norteamérica. De este último se recogen tres cantos: One time one night, una meditación algo amarga sobre América, Set me free (Rosa Lee) que ofrece un cierto sabor negroide a lo Tammla Motown y Shakin’ shakin’ shakes un gran rock and roll de Cesar Rosas.
Las dos selecciones que vienen a continuación, Come on, let’s go y La bamba (basado en un viejo ritmo veracruzano del siglo XVII) pertenecen a la película La bamba que recogía la ascensión y muerte de Ricardo Valenzuela, un emigrante venezolano en la tierra yanqui, que cambió su nombre a Richie Valens y se codeó con Chuck Berry y Buddy Holly. Tras estas dos piezas se recoge una versión en directo de Volver, volver grabada en 1988, el mismo año que editaron su nuevo disco La pistola y el corazón, una obra algo dubitativa, excesivamente tradicional para ellos, de la que solo se ha escogido el tema homónimo.
En 1990 grabaron su mejor disco eléctrico The Neighborhood de la que podemos escuchar Jenny’s got a pony, auténtico power-rock. Una pieza que quedó descartada de ese LP fue Border town girl, inédita hasta su presente inclusión. Su siguiente trabako, Kiko (1992) mantuvo la línea de rock latino con un cierto sentimiento de jazz: Kiko and the Lavender Moon y The train don’t stop here reflejan esa música con sabor a la escena angelina de los cincuenta. Las dos piezas restantes, Oh Yeah de This Times (1999) con una sonoridad más sofisticada y detallista y Good morning Aztlan (2002) que dio título a un álbum del mismo nombre que supuso una vuelta a su época más rockera. Las veinte canciones incluidas cubren otros tantos años de una banda que empezó haciendo versiones de otros grupos para acabar siendo huéspedes de los repertorios de otros.
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