Junio de 2020.
No es momento para la austeridad,
elijamos dignidad.
La crisis desatada por la pandemia de la COVID-19 ha desvelado
la debilidad de nuestro sistema sanitario, las limitaciones de las
políticas públicas responsables de garantizar nuestros derechos
sociales y la fragilidad del contrato social, donde todavía
abundan la precariedad laboral, los bajos salarios, la
desigualdad de género y la vulnerabilidad de una parte
importante de la población. Los trabajadores esenciales, que
han trabajado en primera línea en hospitales, residencias de
mayores, comercios o transporte, entre otros, son los primeros
afectados.
La crisis deja además una huella de profundos daños
económicos y sociales que se han distribuido de manera muy
desigual e injusta. No se pueden repetir los errores del pasado,
debemos salir de esta crisis construyendo una economía más
humana que no deje a nadie atrás y en la que contribuyan más
aquellos que menos han sufrido el impacto de la crisis.
Debemos proteger los derechos de las personas trabajadoras y
defender las políticas públicas de las que dependemos y han
resultado vitales.