Diciembre de 2019.
La violencia hace que las vidas y los valores se resientan. Porque entre quienes la han
defendido, a veces con un entusiasmo cruel, se da un cambio evidente de los
parámetros morales. Así hay quienes, mientras exigen el respeto a los DDHH de los
“suyos”, defienden la historia política de quienes han sido el principal colectivo
vulnerador de los DDHH en nuestra historia reciente; ETA. Es lo que se podrían llamar
valores intermitentes. Pero los valores, si representan algo, es la universalidad, es decir,
la necesidad de aplicarlos ante cualquier situación, incluso ante aquellos hechos que
más nos incomodan.
Por eso tienen tanta validez las enseñanzas que la memoria histórica de lo sucedido en
el 36 y en la dictadura franquista nos apunta. La tríada verdad, justicia y reparación vale
para aquello y también para abordar las consecuencias dramáticas de los asesinatos de
ETA. Porque la impunidad y la ausencia de verdad es negativo en cualquier caso.