Xesús Veiga

El BNG y los cambios en Galicia
(Página Abierta
, 194, julio de 2008)

            Entrevistamos a Xesús Veiga, miembro de Inzar, tras el Congreso de esta organización que forma parte del Bloque Nacionalista Galego desde 1993. Suso Veiga es, en la actualidad, asesor en el área de economía del vicepresidente de la Xunta de Galicia (y portavoz nacional del BNG), Anxo Quintana. 

            Pregunta: Se ha dicho que la catástrofe del Prestige ejerció una fuerte influencia en la sociedad gallega, más allá de los efectos económicos y ambientales que produjo...

            Respuesta: Así fue, realmente. La reacción social operada a partir de otoño de 2002 como consecuencia del hundimiento del Prestige constituyó un punto y aparte en la historia reciente de las movilizaciones habidas en nuestro país. La coincidencia temporal con la invasión militar norteamericana de Iraq a partir de marzo de 2003 reforzó y amplió la dimensión de la protesta cívica hasta el punto de que se puede afirmar que los meses transcurridos entre noviembre de 2002 y mayo de 2003 fueron testigos de las mayores movilizaciones sociales acontecidas en Galicia desde 1975. La presencia masiva de jóvenes y la importancia alcanzada por la participación de voluntarios y voluntarias en las labores de reparación de los daños sufridos, constituyeron señales de identidad relevantes en la configuración de la singular e inédita respuesta social vivida en aquellos meses.
Sin embargo, la calidad de la respuesta constatada en el tejido social no tuvo una traducción electoral inmediata. Lo sucedido en los comicios locales del 25 de mayo de 2003 confirmó, una vez más, que el territorio electoral tiene especificidades decisivas a la hora de reflejar con verosimilitud las dinámicas de cambio que puedan brotar en el cuerpo social.

            P. Distinto fue, no obstante, lo sucedido en el 2004, ¿no?

            R. Las elecciones generales de marzo de 2004 y las del Parlamento gallego de junio de 2005 marcaron un punto de inflexión en el cuadro político existente desde los años noventa. La pérdida de la mayoría absoluta del PP en el Parlamento estatal y la constitución de un Gobierno de coalición BNG-PSOE en la Xunta de Galicia permitieron abrir un periodo desconocido en la vida política: el nacionalismo gallego alcanzó la mayor influencia de su historia sobre una buena parte de las políticas gubernamentales que afectan a las personas que habitan en nuestro país.

            P. Sin embargo, el BNG consigue entrar en el Gobierno gallego en un periodo de descenso del nivel electoral alcanzado años atrás.

            R. La evolución electoral del BNG en estos quince años presenta aspectos más complejos y contradictorios de los que cabría deducir de un primer análisis general.
Entre 1997 y el año 2000, la organización nacionalista alcanzó la condición de segunda fuerza en el Parlamento gallego, encabezó los gobiernos municipales de Vigo, Ferrol y Pontevedra y casi obtuvo grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. A partir de las elecciones autonómicas de 2001 comenzó una fase descendente que coincide, paradójicamente, con el periodo de mayor movilización registrado en el seno de la sociedad gallega.

            P. ¿A qué crees que es debido?

            R. No resulta verosímil atribuir este descenso electoral a un supuesto debilitamiento de la identidad nacionalista del BNG. La práctica totalidad de la sociedad gallega sabe que la diferencia principal de esta fuerza política con las demás reside en el papel prioritario que le otorga –en la actuación diaria– a la defensa de la personalidad nacional de Galicia. Otra cosa es que una parte importante de ese cuerpo social no considera necesario –por el momento– apoyar al BNG en las distintas citas electorales. Carecemos, actualmente, de un análisis sistemático que permita conocer los factores explicativos de tal comportamiento. Podemos hacer una enumeración especulativa de algunos de ellos (por ejemplo: la desconfianza que aún suscita la organización nacionalista entre los sectores sociales que tienen un acreditado sentimiento de pertenencia a una identidad común española; la poca sintonía registrada con algunas experiencias de gobierno protagonizadas por el BNG o la propia evolución seguida por el principal competidor electoral, el Partido Socialista). No sabemos, sin embargo, el peso relativo de cada uno de los vectores explicativos de este fenómeno.

            P. ¿Qué peso electoral cabe darle al BNG por su identidad nacionalista?

            R. La identidad nacionalista fue –y sigue siendo– un elemento decisivo en la conformación de la influencia electoral del BNG, pero también originó, en estos años, algunos efectos colaterales negativos derivados de la desaforada ofensiva españolista del PP, de la conflictiva evolución del llamado problema vasco y de las peleas asociadas al proceso de elaboración y aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña. En el cuerpo electoral gallego parecen existir muchos apoyos potenciales para un proyecto político que postule un nivel elevado de autogobierno siempre que tal objetivo no suscite fuerte conflicto de identidades nacionales o parezca excesivamente vinculado a las dinámicas que se desarrollan en los espacios vasco y catalán.

            P. El BNG se declara y es considerado de izquierdas. ¿En qué tipo de izquierda cabe adscribir al Bloque?

            R. El BNG, en su componente identitario de izquierdas, no es ajeno a los síntomas de crisis que afecta, desde los años noventa, a todos los grupos relacionados, con mayor o menor intensidad, con la cultura comunista. La desaparición del modelo encarnado por la URSS cuestionó seriamente la credibilidad de una alternativa económica y social al sistema dominante y dificultó gravemente la diferenciación con las ofertas programáticas de los partidos socialistas europeos. Los análisis y las propuestas desarrollados en el seno del movimiento antiglobalización constituyen, sin duda, pasos importantes en la construcción de nuevas referencias teóricas y prácticas para la izquierda del siglo XXI, pero no es realista pensar que poseen virtualidades inmediatas en la esfera de la política electoral.

            P. El Bloque se ha ido configurando como un conjunto complejo formado por organizaciones y grupos de afiliados y simpatizantes muy diversos, ¿en qué punto situarías hoy la evolución del BNG en sus aspectos electorales e internos?

            R. Una de las claves del crecimiento experimentado por el BNG en la década de los noventa fue la existencia de un clima de convivencia interno presidido por la cooperación y el consenso, clima que reforzó la credibilidad del mensaje de “proyecto común” que se ofrecía a la sociedad gallega. La décima Asamblea Nacional celebrada en abril del año 2002 marcó el final de esa etapa de gran consenso interno y coincidió con una fase de estancamiento electoral que se mantiene en el momento presente.
            El BNG vive actualmente una situación contradictoria. Dispone de la mayor parcela de poder institucional desde su nacimiento a causa de la presencia en el Gobierno de la Xunta y, al mismo tiempo, vive un elevado nivel de enfrentamiento interno que no parece tener su origen principal en la labor gubernamental, por más que, en el futuro, puedan existir vínculos entre ambas circunstancias. El nacionalismo gallego debe aprender de su historia. La tentación de recuperar, bajo nuevas fórmulas, algunas viejas concepciones patrimonialistas debe ser radicalmente abandonada. No se pueden alimentar dinámicas autodestructivas que neutralicen la ilusión colectiva que requiere una organización que tiene importantes responsabilidades en la vida política gallega.