El País, 3 de octubre de 2022.
Lo que estamos viviendo no es una crisis de acceso a alimentos, sino el colapso de un modelo basado en el reparto medieval de los medios y resultados de la producción que condena a la humanidad a un futuro de incertidumbre y desabastecimiento. Pero hay solución.
Los sistemas de alerta temprana habían anunciado la crisis desde hace meses, pero nadie parece haber sido capaz de frenar la peor catástrofe alimentaria de Somalia en décadas. Más de siete millones de personas –casi la mitad de la población– están hoy en situación de inseguridad; de ellas, 213.000 se encuentran en la categoría técnica de “catástrofe alimentaria” y riesgo de muerte. “Llegamos demasiado tarde para los niños y adultos que ya han muerto de hambre: muertes trágicas, evitables y atroces. Sus fallecimientos no solo representan una catástrofe para sus familias, sino que demuestran de la forma más brutal la creciente apatía mundial hacia las víctimas de la crisis climática”, declaraba devastado el director nacional de Save the Children este mismo mes.