El futuro es tuyo

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Agosto de 2021.

 

Es una gran satisfacción haberse liberado de viejos y tenaces errores. Para entrar en una era de errores mejorados
Saul Bellow

Si algo de lo que he dicho les ha gustado, lo leí en algún libro

Joan Brossa

 

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En una iglesia de París: La paix, le droit de parler et le devoir d’ecouter… No hay otra salida. Se trata de hablar, de conversar, de “dar cuenta y razón de algo a alguien o ante alguien con el fin de lograr su comprensión o ganar su asentimiento”. Así lo entiende Luis Vega. A lo que, con acierto también, añade que argumentar es un arte: el de construir y confrontar alegatos, razones, estrategias de prueba y contraprueba, para cuyo cultivo nadie ha nacido tarde. Donde la marca del mejor argumento no es la de su contundencia categórica (dejar sin habla al interlocutor), sino la de su productividad (contribuir al desarrollo de la discusión). En tal sentido, argumentar no implica dirigir la palabra solo a quienes piensan como nosotros, ni tolerar consiste en transigir con quienes ya estábamos de acuerdo. Se precisa un reconocimiento mutuo y una mente abierta, sin meter mucha prisa. “Por favor no me comprendan demasiado rápido”, protestó André Gide. Siendo vital que cada cual controle su parcialidad junto con las pulsiones de su ego, para lo que, ante todo, debemos aprender a no tener razón, a perder en el juego, a admitir que somos imperfectos y falibles, propensos al error1.

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