lavanguardia.com, 05 de septiembre de 2018
Una de las novedades conceptuales que trajo el movimiento de los indignados del 15 de
Mayo del 2011 fue el de “desobediencia civil”. Es decir, negarse a obedecer decisiones
o leyes consideradas injustas por considerar que benefician a determinadas élites en
perjuicio de los colectivos sociales débiles, o que chocan con la conciencia moral
individual.
Siendo ya alcaldesa de Barcelona, Ada Colau defendió la desobediencia como forma de
lucha política frente a lo que consideraba una regulación injusta de desahucio de
hogares sin recursos por parte de la banca y de los fondos de inversión. Este
posicionamiento fue motivo de escándalo para las elites del sistema y de acusaciones de
populismo impropio de una autoridad política.