Programa de las Américas, 4 de septiembre de 2018
En abril de este año las imágenes de niños y niñas llorando mientras son separados de sus padres provocaron indignación en todo el país, y en el mundo entero. El Presidente Donald Trump, el Ideólogo Stephen Miller, la Operadora Kirstjen Nielsen y el Justificador Jeff Sessions lanzaron la política de “cero tolerancia” –aparentemente de no tolerar el vínculo madre-hijo entre la población latina– y comenzaron a separar a niños migrantes de sus padres en la frontera entre los Estados Unidos y México.
Casi todo el mundo recuerda algún incidente de separación ocurrida durante la infancia, generalmente efímera y en un ambiente seguro, que todavía nos desata una sensación de pánico. Son eventos que traumatizan de por vida.
Imagine una niña que desde su país natal ya ha vivido la pérdida de las condiciones mínimas de seguridad, que ha visto de cerca la violencia, que ha intentado dormir en trenes de carga patrullados por pandillas, que ha sufrido hambre y sed mientras atravesaba ríos y desiertos sosteniendo la mano de su madre como su único referente de protección.