El País, 19 de marzo de 2023.
Los jóvenes sufren más la soledad porque forman la generación que ha abrazado la diferencia, atreviéndose a vivir con libertad su sexualidad y a romper los moldes con los que fueron educados.
Hace tiempo que se oye hablar de la soledad. Poco a poco, ha ido tomando cuerpo entre la ciudadanía la idea de que este es un problema propio de nuestro tiempo. De hecho, según el estudio de 40dB. para EL PAÍS y Cadena SER que se presenta hoy, casi 8 de cada 10 entrevistados/as lo cree. Los argumentos de por qué esto es así —y que venimos recogiendo en nuestras investigaciones cualitativas— son variopintos: se dice que la sociedad tan acelerada en la que vivimos, con ritmos de trabajo a veces imposibles, nos empuja a no estar todo lo cerca que querríamos de las personas a las que realmente queremos; que las nuevas tecnologías, aunque nos acerquen a los que están lejos, también nos alejan en nuestro día a día de los más próximos; que la sociedad se está volviendo cada vez más egoísta como consecuencia de una supuesta pérdida de valores, cada cual ‘va a lo suyo’; y que, por si fuese poco, la terrible pandemia que hemos vivido no solo ha dejado a muchas personas tocadas y más solas, muy especialmente a los mayores, sino que además nos ha condenado a trabajar aislados en nuestras casas, detrás de unas pantallas que se han convertido en las únicas compañeras. El análisis del presente estudio muestra, sin embargo, que aunque algunos de estos factores puedan tener alguna relevancia, las causas principales del problema de la soledad son otras.