El País, 15 de agosto de 2024.
En los años sesenta la universidad se convirtió en un atolladero para la dictadura y un vivero de militantes de izquierdas y líderes para la transición a la democracia.
La Universidad fue un rotundo ejemplo de cómo el empuje de la sociedad desbordó a la dictadura. Estaba ocurriendo en otros ámbitos sociales y culturales, sobre todo en la movilización de los trabajadores con unas Comisiones Obreras cuya estrategia resquebrajó el Sindicato Vertical creado por el régimen. En la Universidad, sus estructuras elitistas, intactas desde el siglo XIX, se rompieron. Los 64.000 universitarios de 1960, hijos de las clases medias y altas, con apenas un 3% de hijos de obreros, pasaron a 500.000 en 1975; y de 5.000 profesores se pasó a 22.000, de los cuales el 90% eran “no numerarios” (PNN), esto es, interinos designados y desechables a voluntad de los catedráticos. Destacó además el imparable ascenso de las mujeres, de un 19% en 1960 a un 40% en 1975, que muy pronto, en 1986, llegaría a la paridad.